Durante los últimos años nuestra economía creció a tasas importantes, en consonancia con un contexto inédito de precios internacionales e ingresos por exportaciones de minerales e hidrocarburos. Al mismo tiempo, y con visión prudente, se implementaron medidas para crear capacidades y así enfrentar lo que era previsible: la fase de descenso del ciclo de bonanza externa. Desde el sector empresarial, creemos que es importante partir de una realidad con dos matices claros; por un lado, la certeza de que Bolivia no está en crisis y por otro, que el ritmo de expansión de nuestra economía ahora es algo más lento, pero positivo e importante considerando el contexto en los países vecinos.
Esto último debe ser motivo de optimismo, pero también debe convocarnos a tomar acciones para impulsar no solo los sectores extractivos tradicionales y los mega proyectos estatales, como el acero o el litio, sino también a los sectores donde la mayoría de los bolivianos trabajamos, que son la industria, las manufacturas, el comercio, el turismo, las exportaciones no tradicionales, la construcción y los servicios. En todos estos ámbitos, existen medianas y pequeñas empresas que requieren apoyo.
Hoy enfrentamos el reto de mantener una economía pujante y para ello es necesario sembrar certidumbre, confianza y seguridad, pues estos son los factores que influyen en los inversionistas de todo tamaño y sector. A su turno, la expansión productiva y empresarial aporta con empleo digno que es lo más apreciado en toda sociedad.
El crecimiento del PIB se ubicó por debajo del 4.5 por ciento y eso debe convocarnos a unir fuerzas para lograr mejores resultados en el futuro; esa debe ser la prioridad de todos. Nuestra economía tiene condiciones para enfrentar vientos adversos y debe retomar dinamismo, pero con un crecimiento balanceado. Es necesario superar la situación precaria de algunas regiones del país, o de sectores como la agricultura y la ganadería, golpeados por la sequía. Debemos reestablecer condiciones favorables en actividades intensivas en empleo como las confecciones y las manufacturas, ambas afectadas por el contrabando.
Como sector empresarial ratificamos nuestro firme compromiso para trabajar en lo más importante, que es lograr tasas de crecimiento mayores, sustentadas en cambios indispensables. Necesitamos desencadenar mayor inversión privada nacional y extranjera para acompañar a la inversión pública; requerimos lograr mayor diversificación para evitar la dependencia de la producción primaria.
Es necesario diseñar mecanismos adecuados que premien el desempeño y nos permitan participar de beneficios cuando estos se concretan y en proporción al esfuerzo que hacemos cada uno de nosotros. Creemos también, que debemos trabajar para que en nuestro país exista una política de retribución donde los beneficios estén ligados a la productividad del trabajo.
Estos temas nos han convocado al diálogo con las autoridades nacionales y creemos que este esfuerzo conjunto debe continuar. Llevamos cinco meses de trabajo en mesas que tienen que generar resultados y la construcción de una agenda público-privada concreta, que contribuya a logro de metas mayores, no sólo en crecimiento sino en términos de más emprendimientos, más empleo formal y con mejor calidad. Juntos, a partir de estos esfuerzos, podemos viabilizar mejores días para todos.
La Paz, 13 de octubre de 2016.